La idea de que la muerte nos hace iguales a todos ha estado presente durante mucho tiempo en el imaginario social. Horacio, poeta latino del siglo I antes de Cristo, en una de sus Odas dice:
Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas
Regumque turres
Fray Luis de León, poeta español del siglo XVI, traduce los versos anteriores de la siguiente manera:
Que la muerte amarilla va igualmente
a la choza del pobre desvalido
y al alcázar del rey potente.
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