NORMALIDAD

Me gusta presenciar muchas cosas de la Ciudad de México: el ruido de motociclistas inconscientes, el smog, la música a todo volumen en los microbuses, las calles atestadas de gente en los tianguis, los bocinazos de conductores neuróticos, los olores y colores de los mercados públicos, la suciedad de los puestos de comida callejeros, la cadencia de las mujeres con tacones, el olor del metro a las 7 de la mañana, la prisa consuetudinaria de las madres que llevan a
sus hijos a la escuela, los pregones chillantes de los vendedores de agua, las putas a toda hora en Circunvalación, el desparpajo de los adolescentes que no fueron a la escuela, la lujuria discreta de los asistentes a los pocos cines que exhiben películas pornográficas y el sol brillante de mañanas como ésta.