El escritor mexicano Artemio de Valle Arizpe cuenta la siguiente anécdota acerca de la festividad de la Pasión en Iztapalapa. En cierta ocasión, cuando ya todos los actores improvisados se habían aprendido sus parlamentos, el hombre encargado de representar a Jesucristo enfermó gravemente. Como ya no había tiempo para preparar a nadie más, los organizadores llamaron de emergencia al "Tío Patotas", un individuo que años antes había tenido ese papel, pero que, por haberse convertido en alcohólico, ya no era apto para tal menester.
El día de la representación todo iba saliendo bien. Sin embargo, cuando la procesión iba por las calles, los compañeros de copas del "Tío Patotas" empezaron a gritarle:
--¡A ese "Tío Patotas" lo vistieron como vieja!
--¡El "Tío Patotas" parece puto!
Por la solemnidad de su papel, el "Tío Patotas" se contuvo ante las injurias. Al verlo tan pasivo, los borrachos continuaron insultándolo, hasta que el "Tío Patotas" decidió vengarse sin perder la compostura. Se acercó al más ruidoso de ellos, le puso la mano en la cabeza y le dijo con la gravedad de su investidura:
--En nombre de mi padre que está en el cielo, te mando que vayas a chingar a tu madre.
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